EN QUÉ CREEMOS
Creemos que Jesús es el Hijo de Dios enviado para salvarnos, darnos una vida eterna y tener una relación estrecha e íntima con nosotros, su ópera prima. Además de brindarnos una vida plena con sentido, propósito y valor. Es el amor, la paz, la verdad, el camino y la esperanza que el mundo necesita. Jesús no solo es para nosotros una forma de vida, sino que Él es la vida, es el camino y es la verdad. Es Dios y es el único cercano, personal y dispuesto a escuchar y a ayudar a quien se acerque con fe a Él, creyendo que existe y que es real. Es además un verdadero amigo y fue capaz de hacer lo que hizo en la Tierra y en la cruz por un genuino y puro amor.
METODOLOGÍA
REUNIONES: Por eso, como Iglesia Evangélica celebramos las reuniones con un tiempo de música para alabar la grandeza de Dios y adorar Su inmenso amor. Solemos dividir las reuniones generales en dos grandes partes, música y alabanza por un lado, y por otro, el mensaje y estudio de la Palabra, todo esto llevado a cabo de forma amena, práctica y actual, pues creemos que Jesús también es así. Además realizamos varios estudios bíblicos antes de la reunión y durante el mensaje tenemos servicio infantil para los más pequeños y las más pequeñas.
LITURGIA: Se suele preguntar si las iglesias evangélicas creen en los santos y vírgenes, pues la respuesta es sí y no. Sí porque existieron y existen hombres y mujeres que apasionados por Dios con su vida y entrega han ejemplificado lo que es seguir a Cristo, nuestro modelo de ser humano por excelencia. Tú puedes ser un santo o santa. Y el “no” es para el hecho de venerar o alabar a estos hombres y mujeres, pues solo Cristo es digno de la adoración y devoción genuina, sin Él no tendría sentido lo que hacemos ya que Él es el motor de nuestra fe. Por eso en nuestras iglesias no verás estatuas de personas en las paredes, pero si santos y santas en las sillas, saludándote, los verás participar, reír, llorar… personas como tú pero que han decidido amar a Jesús y su Palabra.
Otra parte importante es el bautismo, pues en las iglesias evangélicas no se tiene por costumbre bautizar a niños recién nacidos, puesto que la decisión de seguir o no a Cristo es personal, voluntaria y de plena conciencia. Lo que sí hacemos es orar por los bebés para que sean llenos de vitalidad y pedir la bendición de Dios sobre su vida.